Se introdujo la anestesia y desinfección con éter en la cirugía

La anestesia y la desinfección con éter son las constelaciones de Géminis que abrieron una nueva era de la cirugía: la anestesia brinda a los médicos el espacio y el tiempo para realizar sus habilidades quirúrgicas, y la desinfección brinda a los pacientes esperanza y protección para la supervivencia.



Antes de la llegada de la anestesia con éter, la mayoría de los cirujanos solo atendían traumatismos y operaciones menores. Los requisitos para operar eran estabilidad, precisión, precisión y rapidez. En 1846, cuando el Hospital General de Massachusetts (MGH) presentó públicamente al mundo por primera vez la operación con anestesia con éter, los médicos tardaban solo 10 minutos en extirpar un hemangioma cervical. La muerte de pacientes quirúrgicos se debe principalmente al tratamiento preoperatorio y al dolor intraoperatorio; debido al dolor, muchos pacientes preferirían morir antes que someterse a una cirugía. Tras la invención de la anestesia con éter, los médicos no solo dispusieron de tiempo suficiente, sino que también se atrevieron a realizar operaciones más grandes y complejas, como laparotomías, toracotomías y craneotomías.

Sin embargo, a pesar de la promoción de la anestesia con éter, la tasa de mortalidad postoperatoria ha aumentado significativamente en comparación con antes. James Simpson (1811-1870), famoso obstetra inglés e inventor de la anestesia con cloroformo, describió en una ocasión: «Comparados con los soldados británicos en el campo de batalla de Waterloo, los pacientes en la mesa de operaciones de nuestro hospital tienen una mayor probabilidad de muerte. ¡Grande!». Esto se debe a una infección posoperatoria.

En 1867, el médico británico Joseph Lister (1827-1912), pionero de la medicina antiséptica y preventiva, publicó un artículo en The Lancet donde proponía la tecnología y la teoría de la desinfección quirúrgica. La mayoría de los países del mundo aceptaron rápidamente esta teoría y este método, que redujo considerablemente la mortalidad de los pacientes tras la cirugía y salvó innumerables vidas. Aunque su método, basado en el uso de conservantes, ya no se utiliza, su principio —que las bacterias nunca deben penetrar en la herida quirúrgica— sigue siendo la base de la cirugía hasta la actualidad. Las contribuciones de Joseph Lister allanaron el camino hacia procedimientos médicos más seguros.

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